13.2.13

josé maría castrillón / 4 poemas divergentes (y un estribillo sin final)


Llegará mi tiempo
Gustav Mahler

fecha y si está vivo. no se me enfaden si hago como que no sé. no se crean que Lino El Gato no sabe de caminos que llevan a ninguna parte  −miren qué título−. nunca hay fuentes ni para lavarse aunque las haya porque hay prisa en el entierro −otro− y eso que la tierra de por aquí es piedra la muy puta. −no miran la música estos cabrones. si se desafueran los metales basta. pero la rima caliente que arda entera−. no hay dados sino truco mis amigos. y es que no es lo mismo. si le jodieron le pongo más pimienta a la historia. si la policía no le va a chingar. ¿valsecito o polka? desbocado digo. −la rima sólo los cabrones−. pero yo sé vivir de palabras que consienten. ley con buey pendiente con valiente federales rivales males. gallinitas las muy putas. no me saquen el dinero que en la fiesta yo les cobro. y si no gusta El Gato no se enoja. pero hembra rima con qué si por aquí no hay siembra. que no es la tierra por aquí mujer que se da bien de abrazos con loquehayquetener. esa sí es palabra para cantar. y a quién jodió díganme el difunto.

(narcocorrido)




prólogo para una antología inexistente 
Van incorporándose nuevos nombres, jóvenes poetas

disponer el silencio a través de sus aros pasearse frente a espejos imaginar la propia muerte eran actos de soberbia disculpables si caminábamos en círculo si nos quisimos solos. las cosas debían devolvernos su nombre improbable aunque no exista más prueba del principio que su insatisfacción. a cada paso crujía el suelo con la vejez prestada del delator pero qué lenguas habían enfermado en nosotros y qué medalla de la salud se nos había dado a besar todo fue amorosamente silenciado para hacernos implacables ventrílocuos de nosotros mismos.





informe

ni siquiera un almacén
el lugar para las máquinas
y si no hay máquinas no hay nadie
así pues todos trabajando
yo quedo al cuidado de un muchacho con más prudencia con más fuerza
con mayor sentido de la oportunidad con la medida necesaria del tiempo
con la edad
que sabe de salivas en penumbra
de la voz del sol
de entrar
de salir
y si un niño entra y sale lo aquietan las historias y los nidos
así pues me muestra su sexo
coge aquí
háztelo tú
ahora

mejor era cerrar los ojos para no olvidar
las rojeces compartidas
el sometimiento del todo a una parte
el orgullo de la réplica
y mejor abrirlos
para que el sol gravite de nuevo entre la sangre y el eco de las máquinas

abrirlos
digo
ahora.





playa de La Victoria

no es cierto el movimiento aquí
sienten los bañistas la presión del plano
la intersección de líneas
la sexualidad de los pesos
todo movimiento es falso
también el que se pierde en el mar
o es orientado por el sol
el pensamiento se abandona a sus bordes
absorben los cuerpos su propia indolencia
la marea sube –como burla al corazón–
y baja
arde la arena
bajo la celeridad de la sangre
mientras vibra el viejo harmonio
de Europa

      


agua para las muchachas
para los muchachos cuerda
                    
   


José María Castrillón (Avilés, 1966) es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Ha publicado los textos poéticos La sonrisa de un delfín (Heracles y Nosotros, 1991), Animal de compañía (Nómadas, 1998), Aún por recorrer (Magua, 2004), La vieja munición (Idea, 2005),  el círculo y la piedra (Trea, 2006) y gramos (Trea, 2010).



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